DIVAGACIONES
La
muerte despiadada no hace excepciones: uno
por
uno nos recoge del suelo en que vagamos
como
hormigones negros -cuando menos pensamos
pero
en nada pensamos- cuando nos llega el turno
despiadada
nos coge con sus pinzas de fierro
nos
traslada al lugar de nuestro entierro.
La
catástrofe el holocausto el fin
del
mundo el cielo y el infierno
la
loca el imbécil y el estafermo
bailando
en honor del delfín
que
me lleva en su lomo
y
en la cabeza tengo un cono
con
las letras: culpable
pues
me prohíben que hable.
La
baja estofa y la mala ralea,
los
mentecatos, los canallas
y
los mediocres sus primeros hermanos
por
más que mucho se laven las manos
y
alcen como abanicos sus agallas,
muy
mal olor que no se orea.
Siniestra
sordidez, abre tus alas de paraguas,
agítate
murciélago peludo,
calvo,
panzón, desnudo,
rondan
la cama mariposas vagas.
Este,
que fue mi amigo ya no lo es.
Siniestra
sordidez
de
todo lo que me rodea,
todos
sonriendo y portando una tea.
Los
zorros y los lobos tienen sus madrigueras
pero
el hijo del hombre los hijos de los hombres
¿dónde
reposan dónde descabezan
sus
sueños? Pesadillas. ¡Y que troten
las
caballerías de los degüellos!
Que
se abra el lacre de los sellos.
"No
comen, ni tienen excrementos mayores:
aunque
es opinión que les crecen las uñas,
las
barbas y los cabellos".
¡Encantados
cadáveres! Amores
sepultados
ahora son pezuñas
que
se mezclan con vellos.