DE SÚBITO, ESTALLÓ LA GUERRA
De súbito, estalló la guerra. Se abrió como una bomba de azúcar
arriba de las calas. Primero, creíamos que era juego;
después, vimos que la cosa era siniestra. El aire quedó
ligeramente envenenado. Se desprendían los murciélagos
desde sus escondites, sus cuevas ocultas caían a los platos,
como rosas, como ratones que volvieran del infinito,
todavía, con las alas.
Por protegerlos de algún modo, enumerábamos los seres y las cosas:
"Las lechugas, los reptiles comestibles, las tacitas...".
Pero, ya los arados se habían vuelto aviones; cada uno, tenía
calavera y tenía alas, y ronroneaba cerca de las nubes, al alcance
de la manos pasaron los batallones al galope, al paso. Se prolongó
la aurora quieta, y al mediodía, el sol se partió; uno fue hacia el este, el otro hacia el oeste. Como si el abuelo y la abuela se divorciaran.
De esto ya hace mucho, aquella vez, cuando estalló la guerra,
arriba de las calas.
INMENSA
ResponderEliminaralba estrella gutiérrez
Ella abarca, captura, seduce y nos deja ahí, abandonados, aguardando que prosiga, tal vez aguardando su regreso.
ResponderEliminarme parece fascinante, no conocía a esta mujer.Su sentimiento frente a la guerra, las imágenes. Todo. Me lo llevo! Gracias!
ResponderEliminarGracias por publicar a nuestra querida Marosa. Es tan caliente su escritura como bella.
ResponderEliminarComprometida su escritura, quise decir
EliminarGracias por publicar a nuestra querida Marosa. Es tan caliente su escritura como bella.
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