LA CONSOLADORA
El silencio agravaba la pérdida de un amigo,
Las llamas de las velas se cuajaban en flores
blancas,
Entonces yo me señalé con el dedo en los espejos.
Unos cajones se abrieron solos con la brisa de la
mañana,
Un sol hacía cálculos estúpidos babeando.
Una mujer con ojos de blanco marfil entró
Y me tendió los brazos sonriendo; poseía
En vez de dientes trozos de carne roja.
El silencio agravaba la pérdida de un amigo,
Las llamas de las velas se cuajaban en flores
blancas,
Entonces yo me señalé con el dedo en los espejos.
Unos cajones se abrieron solos con la brisa de la
mañana,
Un sol hacía cálculos estúpidos babeando.
Una mujer con ojos de blanco marfil entró
Y me tendió los brazos sonriendo; poseía
En vez de dientes trozos de carne roja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario