VIII
¡Para el comerciante el pórtico sobre el mar, y el tejado para el agorero!... Pero para algún otro, el velero en el fondo de las caletas de vino negro, y ese olor, ¡ese sediento olor a madera seca, que hace pensar en las manchas del Sol, en los astrónomos, en la muerte...
-Ese navío está en nosotros y mi infancia no ha llegado a su fin.
-He visto muchos peces cuyos nombres aprendí. He visto muchas otras cosas que sólo se ven entre el Agua; otras que han muerto y otras más que son ficciones... Y ni los pavorreales de Salomón, ni la flor pintada en el tahalí de los Ras, ni el ocelote alimentado con carne humana, ante los dioses, por Moctezuma superan en colorido a ese pez montaraz izado por la borda para divertir a mi madre, que es joven y bosteza.
Hay árboles pudriéndose en el fondo de las caletas de vino negro.
Y ni los pavorreales de Salomón, ni la flor pintada en el tahalí de los Ras, ni el ocelote alimentado con carne humana, ante los dioses, por Moctezuma superan en colorido a ese pez montaraz izado por la borda para divertir a mi madre, que es joven y bosteza.
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