miércoles, 5 de septiembre de 2012

TRISTAN TZARA


quién nos sacará de los atolladeros de las cosas y de la carne
los aplausos de la mar se estrellan contra ti
dique trágico y tieso sobre el primer escalón del anfiteatro
pliegue antiguo de piedra en la frente experimentada del mundo
los restos del naufragio y los escombros tirados a la mar
y en el mundo los de la mar
arruga preocupada de tierra congestionada
amarrada a la garganta de las tinieblas marinas
aferrada a la negrura de la audaz popa del futuro
dándole la cara a las garras que se hunden en las olas de pie
rastro mojado en la inconcebible imprecación del tiempo
hasta la consumación de los siglos
hasta el agotamiento de los ciclones en los depósitos elíseos
pobre pequeña vida que pierdes pie cada día
empujada arrojada caída pobre vida
pobre vida hostigada por los presagios salvajes pisoteada
y sin embargo: mandíbula de inconmovible eternidad y de insolencia
fortificada y amurallada hasta la cima de dios
a la que ningún ojo ha podido llegar
ninguna mejilla entibiar con humana ternura
pero para qué escalar el pico filtrar las nubes
cuando la ternura humana ya no sabe entibiar mis alegrías
qué importa el amigo el único la tristeza la noche
en mí llevo la miga de pan el amigo la muerte
y el frío en mí aumenta amigo cada día
se vuelve amigo qué importa la costumbre
qué importa el amigo el único la tristeza la noche
un día un día un día me pondré el manto de la eterna tibieza
enterrado olvidado por los otros a su vez olvidados por los otros
si pudiese alcanzar el luminoso olvido

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